CONVENCIONES SOCIALES

Nacemos, y aunque no queramos, nuestros padres nos imponen unos criterios y unas creencias, las que ellos creen que son correctas. A medida que crecemos  y vamos conociendo a gente distinta, con diferentes ideologías,  nosotros, aunque no lo creamos o no nos demos cuenta, vamos influyéndonos, y también influyendo.
Está claro que hay unos pocos que saben creer por sí mismos, no por lo que la mayoría o minoría, si vas de antisistema, piensan y reivindican. Pero como he dicho, estos solo son unos pocos, la cruda realidad es que la mayoría de nosotros, y me incluyo, nos dejamos llevar bastante. Depende de la persona es porque se supone que quedas mejor pensando de una manera, o porque es “guay” ir en contra de todo, o simplemente porque se ha puesto de moda ir a manifestaciones.
Lo más triste de estar influenciado de esta manera es que, igual que creemos una cosa porque sí, sin pensar, tampoco somos capaces de ver otras alternativas.
Esto también hace que entremos en un conflicto con el tema de los niños pequeños, porque según lo que estoy diciendo, no es bueno influenciar ni dejarse influenciar por lo que digan los demás, pero ¿qué es si no influencia el aprendizaje? Creemos lo que los papás nos dicen, lo que dicen los profesores en el colegio, e incluso de lo que dice un libro que ni tan solo sabemos quien lo ha escrito.  Pero es que si no ¿cómo aprenderíamos? . Yo creo que la “solución”, y lo pongo entre comillas porque no estoy del todo segura de que la haya, está en que nos enseñen a creer por nosotros, a saber sentir cuando algo nos parece correcto y convincente por nosotros mismos, sin ir todos para un mismo lugar como borregos, creyendo que los que están en el otro extremo del conflicto son unos incultos, sin saber realmente por qué creemos que lo son.