La evolución de la lengua a través del tiempo es un hecho constatable: palabras como “retrete” o “pluma”, que antes tenían otras acepciones o formas, en la actualidad han cambiado. La lengua, con el paso del tiempo, ha ido cambiando, debido a la influencia de otras lenguas o a otros factores (políticos, sociales,…). Sin embargo, si la ortografía va siendo regulada en/con estos cambios, el daño no es tan destacable.
El español procede mayoritariamente del latín (estrato), introducido en la península Ibérica a finales del siglo III a. C., durante la romanización. Si a la aportación latina se le suman algunas palabras de origen prerromano de los pueblos que estaban aquí, como los griegos, tartesos, turdetanos, celtas o fenicios, por ejemplo (sustrato) y otras de origen germánico -que llegaron con los godos- o sudamericano –por la colonización de América (superestrato), ya tenemos el llamado léxico patrimonial; es decir, el léxico con el que la lengua nació2.
Si no tuviéramos a algún “regulador” de nuestra lengua (tarea que desempeña la Real Academia de la Lengua Española), hace tiempo que se habría fraccionado y se hubieran creado lenguas parecidas pero a la vez diferentes (como pasó con la fragmentación del latín en las distintas lenguas románicas). Y, por lo tanto, si habláramos con un colombiano, por ejemplo, incluso podríamos llegar a no entendernos.
En 1492 Elio Antonio de Nebrija ya vio la importancia de la necesidad de regular a esta nueva lengua naciente y, por ello, realizó la primera Gramática de la Lengua Castellana: él detectó que el castellano ya estaba maduro como lengua y que, si quería sobrevivir, debían regular su utilización mediante una serie de normas.
Por supuesto, esas normas, con el paso del tiempo han ido cambiando según las necesidades de los hablantes y han ido regulándose mediante las mismas normas para todos: hasta hace unos años, se acentuaban palabras como “fue”, que hoy en día ya no necesitan de la tilde, por ejemplo.
En la inmensa extensión del mundo hispanohablante, el español presenta variedades fónicas y léxicas a veces muy acusadas. Sin embargo, y eso es lo positivo, comparte unas mismas normas ortográficas. Por eso, podemos leer a Juan Rulfo y a Miguel Delibes como si tuvieran una misma voz. Puede que la palabra manejar no signifique lo mismo en España y en América, pero en las dos orillas se escribe exactamente igual3.
Y, por ello, podemos decir que “la ortografía nos une”.
1.- En el 218 a. C. penetran en España los romanos, en concreto la familia de los Escipiones y Tárraco es una muestra viva de ello.
2.- Extraído íntegramente del artículo: Güisqui no gustó, ¿gustará pirsin? de Javier Rodríguez Marcos


1 comentario:
Fantástico, Toni. Has argumentado de forma contundente.
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