Las convenciones sociales

El mundo contemporáneo se mueve en grupos reducidos y caracterizados por algun rasgo importante común. No es estrictamente necesario ejemplificar esta parte, ya que no dispone de discusión alguna, pero si observamos distintos grupos sociales podemos ver que la gente se mueve por aficiones (deportes) o incluso por ideologías (partidos políticos). La sociedad en la que habitamos se encarga de moldear el pensamiento de los considerados “diferentes” a su medida. La influencia que imparte un grupo cualquiera sobre los individuos en particular es increíblemente notable y se antoja imposible imaginar una sociedad en la que nadie haya sido manipulado por lo menos una vez en su vida. En cualquier momento del día, en cualquier lugar del mundo yacen los anuncios publicitarios incitándote a comprar aquello más remoto que nunca te habías planteado necesitar. Si deseamos expandir nuestra mente, podemos prestar especial atención al trabajo realizado por la religión a lo largo de la historia humana, la cual pretendía privar a sus seguidores de los placeres, aunque algunos fueran de lo más simple. Unilateralmente y teniendo en cuenta un hecho que nos concierne directamente en el mundo que habitamos, también se encuentran los métodos de persuasión empleados por los partidos políticos. Éstos, que solo pretenden incrementar su número de votantes, recurren a la mentira y la especulación a fin de salir “victoriosos” en una batalla supuestamente democrática y para representar a un pueblo que, por mucho que lo intente, jamás logrará cambiar el sistema de manera definitiva.
Sin desviarnos del tema, ya que esto no es una crítica en contra de la política, podemos observar cómo la naturaleza intrínseca de la sociedad incluye a las personas desde el nacimiento en un grupo específico del que habrá que adoptar las costumbres y maneras. La corriente naturalista ya avisaba de que las personas estábamos predestinadas desde el nacimiento, no una tipología destinataria fictícia o mística como en la que algunos creen, sino la que afirma que el lugar donde habitas, tu familia, tus amigos y tu poder económico determinan tu futuro. Asimismo, Dionisio, nuestro protagonista, permanece enjaulado en estos esquemas: debe casarse con una muchacha, mas ni siquiera la encuentra atractiva y como consecuencia, adoptar la forma de vida de su familia.
La moraleja social que nos deja este libro, en apariencia humorístico, pero en realidad de una ironía elevada, es que este curioso personaje halla la clave para escapar de la rigidez y esquematización en que le ha tocado vivir: desea no casarse y escapar lejos, donde las cosas vuelvan a empezar, esta vez siendo él el escritor de su historia. Malandante nuestro casi intelectual (naturalista) es vencido por la asfixiante sociedad brindándole a ésta una victoria más a favor del determinismo social.