Los de 2º de bachillerato 2013

domingo, 7 de noviembre de 2010

Pómulos rojos


Pómulos rojos
Me levanté por la mañana temprano, eran las 7:00, miré hacia a el cielo y vi que estaba nublado, entonces me dirigí al baño para ducharme. Al salir de la ducha me empecé a vestir con ropa de abrigo, al rato me llamó mi madre diciéndome que estuviera preparada porque íbamos a ir a casa de la abuela a comer, eran las 10:00 y me puse a ver la televisión para ver lo que hacían, pero de repente me llamó mi madre de nuevo para decirme que bajara, que ya estaba cerca de casa, que iba a coger el coche y nos iríamos a Ripollet , el pueblo donde vive mi abuela.
Sobre las 11:30 ya nos dirigíamos hacia Ripollet, yo como siempre me puse delante en el asiento del copiloto para hablar con mi madre, para que el viaje no fuera tan pesado, ni para ella ni para mí. A la 13:00 ya estábamos en las plazas donde siempre esta situado el mercadillo y otras tiendas, mi madre cogió el teléfono y llamó a mi abuela para decirle que ya estábamos allí; mi madre colgó y nos dirigimos directamente al aparcamiento, para dejar el coche cerca de casa de mi abuela.
Cuando salí del coche se podía ver a las vecinas de mi abuela sentadas en sillas de madera hablando de sus cosas, entonces me dirigía sigilosamente para que no me vieran, pero en realidad ya me habían visto antes, cuando llegué donde estaban las vecinas la primera en dirigirse a mi fue mi abuela, y lo primero que me hizo es cogerme directamente de los pómulos y dejármelos bien rojos, como dos tomates, le abracé y me dirigí a saludar a sus amigas, que parece ser que también son aficionadas a enrojecer los pómulos. Al finalizar la tarde, después de una larga velada con mi abuela, llegué a la conclusión de que todas las abuelas eran adictas a enrojecer los pómulos de sus nietas.

1 comentario:

Unknown dijo...

Sigrid, has escrito una historia preciosa. Pero muy crítica con la sociedad no es, ¿no te parece?

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