Surrealismo,
absurdo, irracionalismo, incoherencia, e incongruencia son algunos de los
muchos adjetivos con los que se podría definir la obra cumbre de Miguel Mihura.
Las situaciones ilógicas que aparecen de manera progresiva durante cada acto
dotan a la obra de cierta comicidad, pero también invitan al lector a que
reflexione sobre este surrealismo que alcanza límites insospechados. Mihura no
escribe nada de manera fortuita, la irracionalidad que envuelve la obra está
presente porque así se ha querido, porque su objetivo no es solamente
entretener al lector sino provocar en el lector ciertos planteamientos y dudas,
todas ellas relacionadas con la sociedad.
Mihura
utiliza una serie de elementos claves con los que realza lo absurdo y los va
añadiendo poco a poco a lo largo del texto:
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El primero en aparecer es una bota bajo la cama
de la habitación de Dionisio, probablemente de un antiguo huésped. En un primer
momento Dionisio quiere deshacerse de ella pero Don Rosario le anima a que se
la quede ya que cree que puede serle útil. Es obvio que una sola bota no le es
útil a nadie, es un estorbo, algo innecesario. Es paradójico que sea Don
Rosario precisamente el que le aconseje que se la quede, ya que él mismo
también resulta un verdadero estorbo para Dionisio en algunas ocasiones.
-
El teléfono está presente prácticamente durante
todo el transcurso de la obra. Simboliza la única forma de contacto entre
Dionisio y su futura mujer Margarita. Es ignorado la mayoría de veces, cuando
está con Paula o otros personajes. Dionisio lo intenta evitar, ya que es un
recordatorio de su futuro, es su única forma de contacto con la realidad y
evitarlo es su vía de escape. Lo que sorprende es la forma absurda con la que
Dionisio no contesta las llamadas: se inventa que quien llama es un pobre o se
coloca el teléfono al revés desconectándolo.
- Otro objeto a destacar es la carraca que el
Odioso Señor regala a Paula con la intención de comprar su amor. Una carraca
que es rechazada y acaba en manos primero de Don Rosario y después de Don Sacramento.
No es casualidad que el instrumento sea
simple y que quienes lo utilicen también sean personajes simples. La carraca se
toca de manera esporádica mientras Dionisio habla e incluso en algunos momentos
se interrumpe la conversación para arreglar el instrumento. Lo que pretende
Mihura es restar importancia a las palabras de Dionisio aunque estas sean
importantes o tengan cierta relevancia en el discurso.
-
Los conejos que el cazador va lanzando debajo de
la cama es otro elemento absurdo que Mihura emplea inteligentemente. El cazador
se desprende de ellos para sentirse más cómodo mientras baila en la fiesta. Se
supone que le ha costado un esfuerzo conseguirlos y se desprende de ellos sin
miramientos. Más tarde don Sacramento los recupera; Dioniso le dice que son
ratones y le convence de que el precio en realidad son unos números colocados
por el dueño. El momento surrealista cumbre sucede cuando Don Sacramento quiere
regalar los conejos a sus sobrinos a modo de juguete.
Entre
los objetos surrealista de la obra cabe destacar los Tres sombreros de copa,
con los que Dionisio se preocupa incluso más que de su propia boda. Mihura utiliza
varios objetos que en ocasiones cobran mayor importancia que los propios
protagonistas. Estos objetos resumen la esencia de la obra y su verdadera intencionalidad.