
Desde la creación de la primera ortografía en los principios de la Edad Moderna la historia se ha ido llenando de conflictos lingüísticos entre los que querían mantener la ortografía limpia de excepciones y los que, por otro lado, querían mantener la escritura “oficial” de las palabras extranjeras.
Todas estos conflictos han trascendido hasta hoy en día, no sin polémica en su respectivo momento, con una victoria aplastante de los extranjerismos que, sin embargo, hoy en día no los podríamos identificar como tales. Pero, que es más importante, ¿Mantener la ortografía o hablar como nos plazca?
La lengua castellana, como todos sabemos, proviene del latín, que llegó a nuestra península en el siglo III a.C. con los romanos desbocando, de ese modo, a los íberos(cartagineses, fenicios, célticos y talesios) y su idioma.
La primera oleada importante de extranjerismos llegó con la invasión árabe. Estos extranjerismos, de acuerdo con su idioma de origen, se denominan arabismos y, los conocemos todos ya que se han implantado en nuestra lengua en la Edad Media. Muchas de éstas palabras ni las reconoceríamos como árabes cómo, por ejemplo,: pijama, acicalar, alguacil, berenjena, hazaña, etc. Como, por aquel entonces, aún no había ortografía pero sí una gran necesidad de dar nombre a todos los objetos que trajeron consigo los musulmanes todas estas palabras se aceptaron sin ningún conflicto. Algunas personas consideran el árabe un pilar de nuestra lengua a la par con el latín ya que introdujo en nuestro idioma más de 4000 palabras, una cultura, una civilización, una religión, etc.
Justo con la aparición de la primera gramática coinciden, también, los primeros conflictos con los italianismos artísticos del Renacimiento. Estos extranjerismos, relacionadas sobretodo con las artes(arquitectura, pintura, escultura), fueron ampliamente protestados por los defensores de la lengua española, los puristas, que en aquél entonces, bajo el reinado de los Reyes Católicos, eran muchos. Estos autores, Carta del Bachiller de Arcadia al Capitán Salazar, insistían en que se deben “desterrar las voces nuevas, inventadas sin prudente elección”.
Los galicismos, o extranjerismos franceses, entraron a España en dos etapas: después del camino de Santiago y después de la Guerra de Sucesión. La segunda, y más importante, afectó principalmente a la aristocracia. Hoy en dia esos galicismos los consideramos palabras completamente normales: sofá, pantalón, beige, chalet, joya, hotel, peluche, etc. La críticas no se hicieron esperar y llegaron de la mano de, por ejemplo, José Cadalso que criticó, pero sin dureza (de acuerdo a su personalidad), a la aristocracia, sus excentricidades y la influencia de éstas sobre España.
“Es ya un clásico de la tensión lingüística la crítica de escritores del siglo XVIII, como Iriarte y Cadalso, a la llegada desde Francia de vocablos como detalle, favorito, interesante o intriga. ¿Cuántos hablantes reconocerían hoy su procedencia?”
Actualmente, sin duda alguna, la principal batalla lingüística, se libra contra los anglicismos que han plagado nuestros textos y se han introducido en nuestra habla. Algunos de ellos ya se han integrado en nuestros diccionarios pero otros presentan algunos problemas, tanto por parte de la RAE como de los hablantes, pendientes de resolver.
Después de todos estos ejemplos está claro que entre puristas y hablantes por mucho conflicto que haya siempre ganan los últimos, aunque, seguramente, ha habido muchos extranjerismos que han caído frente a las leyes de la RAE pero nunca se documentó su pérdida y, de este modo, solo tenemos constancia de aquellas palabras que aún conservamos. Así que el principal factor que resuelve estos conflictos no son los partidarios de ninguno de los bandos sino el tiempo
"El tiempo es maestro"
Antonio de Nebrija, siglo XV
Javier Rodríguez Márquez 02/01/2011, El País
1 comentario:
Perfecto, Timur.
Publicar un comentario