Milán

Durante todo el verano estuve esperando a que llegaran los días finales de agosto ya que nos íbamos a ir de vacaciones a Milán. Por fin llegó el momento, el 28 de agosto subimos al avión que comunicaba Reus con el aeropuerto de Bérgamo, el más cercano a Milán. El viaje fue muy llevadero pero lo que resulto más duro fue el viaje en autobús, de más de una hora, que nos llevo desde el aeropuerto hasta la gran ciudad. Lo que más me sorprendió al llegar era la igualdad entre los dos equipos de la ciudad el Inter y el Milán ya que se podían ver el mismo número de banderas y aficionados. Llegan a ser tan parecidos que hasta comparten campo, San Siro.

Después de unos cuantos trasbordos de metro llegamos por fin a nuestro hotel, un poco alejado del centro, en Navigli. Merecía la pena hospedarnos en esa zona tan bella, además, llegamos justo cuando las calles estaban repletas de puestecitos de antigüedades ya que el último domingo de cada mes Navigli se convertía en uno de los mercadillos más importantes. Durante los siguientes días visitamos el duomo, una inmensa obra arquitectónica que sorprendía por su belleza y sus grandes dimensiones. Muy cercano a él se encontraban las galerías de moda en las que había tiendas de las marcas más importantes del mundo. Lo que más sorprendía era la belleza arquitectónica de la galería.

Un día decidimos ir a lago de Como y dar una vuelta en barco. Este lago es uno de los más prestigiosos del mundo ya que muchos famosos como George Clooney tienen una mansión a orillas del lago.

Se podría decir que una de las mejores cosas que tiene Milán, y en general Italia es su gastronomía: sus helados, su pasta, sus pizzas…

En general Milán es un buen lugar al que ir en vacaciones ya que su nivel cultural, histórico y gastronómico esta a la altura de una gran ciudad.