Los de 2º de bachillerato 2013

domingo, 7 de noviembre de 2010

Un mundo incoherente


Que cínicas, bastas y barbarás llegan a ser las personas.
Miles de individuos ociosos se mueven empujados por sus almas ociosas en busca de destinos ociosos. Personas vagas sin estudios y sin trabajo buscan nuevas maneras de pasar el tiempo en un mundo que hoy en día se podría definir como lamentable. Jóvenes que se quedan en casa divirtiéndose con los estúpidos entretenimientos que el mundo de hoy en día les sirve a su merced. Son simplemente niños que lo único que perciben del mundo exterior es una ligera brisa de aire que entra por sus ventanas. En el lado opuesto otros miles de individuos que lo único que les atrae es la idea de no estar nunca en casa. Pasar las noches bebiendo, fumando, drogándose y con estos actos escriben poco a poco su irremediable destino.
Mi primera idea será la de no salir a la calle pero finalmente empujado por la esperanza de que hoy será un gran día decidiré salir. Me asearé y prepararé para afrontar una nueva jornada escolar y lo que menos me importará serán las clases y los profesores. Lo que más me importará serán aquellos alumnos que se comportarán como pequeños diablillos amargándome el día. Llegaré al colegio, me despediré de mi madre entristecido y cruzaré el camino que lleva a la escuela con la cabeza baja evitando ver lo que se me pondrá alrededor. Un grito hará que gire la cabeza preocupado y observaré cómo una pobre chiquilla es obligada por sus supuestos amigos a iniciarse en ese mundo en el que se entra pero difícilmente se pude salir llamado drogadicción. Volveré a mi mundo de nuevo cabizbajo, daré pequeños pasos y cada vez mi cuerpo pesará más hasta que no pueda seguir mi camino sin observar lo que ocurre en un lugar donde supuestamente se va para ser educado. Observaré un par de alumnos pegando a otro dos años menor, quien sabe porqué lo harán, ¿Por diversión? ¿Aburrimiento? ¿Venganza? ¿Desahogo? Y entonces por fin llegaré al edifico en el que pasaré los pocos minutos que queden para que toque la campana recogiendo y ordenando mi taquilla, no porque lo necesite ella sino porque lo necesito yo para olvidarme de tan injusto mundo. Llegarán las clases, algunas duras, otras no. Dos alumnos prestarán atención a la profesora de mates mientras el resto del alumnado se burlará de su tan peculiar atuendo, y ella, intentando no prestar la mínima atención a las críticas, intentará llevar el rumbo de la clase pero lo conseguirá a duras penas impidiendo que alguna lágrima salga de sus ojos llorosos. Entonces, en la última clase del día se escucharán dos disparos, después seremos movilizados rápidamente y sacados del instituto. Más tarde nos enteraremos de que un alumno ha disparado a un profesor dejándole muerto. Un alumno preguntará por el profesor, otro preguntará por el asesino. Después de largos minutos, nos dirán los nombres y al escucharlos alguien dirá que el asesino era buena persona y otro dirá que el profesor se merecía morir. Al final del día volveré a casa preocupado, no por los continuos incidentes sino por la preocupación de que algún día sea como uno de estos jóvenes.
Hoy, mañana, dentro de una semana, dentro de un mes, dentro de unos años seguiré reafirmándome en la teoría de que, si estos jóvenes son la generación que el mundo acogerá llegado el momento de su adultez, nos espera un futuro que podremos describir con miles de palabras desagradables, pero que con una sola de estas sobrarán las demás: “incoherencia”.

1 comentario:

Unknown dijo...

Carlos, realmente has dado con el tono. Buen artículo.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...