Pío Baroja, en su novela, nos presenta la simbología de los árboles: el árbol de la ciencia y el árbol de la vida.
Estos conceptos salen a relucir en un diálogo entre Iturrioz y Hurtado. Estaban charlando sobre la finalidad y la importancia de la ciencia para los hombres. Según Hurtado, la ciencia es básica para la evolución humana, en cambio Iturrioz afirma que “la verdad en bloque es mala para la vida.” Luego, la vida es peor cuanto más se sabe. Esto, a priori absurdo para la mentalidad actual lo reafirma rápidamente su compañero de conversación, como si de una verdad lógica se tratase. “A más comprender corresponde menos desear”, afirma Hurtado.
Entonces es cuando la novela nos presenta el pasaje bíblico de los árboles. Dice Iturrioz que en el Génesis se habla de que en el paraíso había dos árboles: el de la vida y el de la ciencia del bien y del mal. Explica que Dios le dijo a Adán que podía comer de todos los frutos, pero que tuviera cuidado con el árbol de la ciencia, ya que el día en que se coma de ese fruto morirás.
Añade el tío Iturrioz que lo que realmente ocurre con el árbol de la ciencia es que si se prueba uno de sus frutos este provoca en la persona un afán de superación que al final provocará su propia destrucción. Con estas palabras sentencia toda la ciencia.
Pero estas palabras son ciertamente ambiguas, a mi parecer. También podrían tomarse como una fábula. Iturrioz puede querernos decir que no es que la ciencia no sea buena, sino que para conocer la vida la ciencia es una traba más que una ayuda: la vida solo se puede conocer comiendo de su propio árbol, nunca desde el árbol de al lado. Porque, por muy cercanas que sean sus ramas nunca sabrán igual sus frutos. Es la forma que puede tener Iturrioz de inducir a Hurtado a que conozca la vida sin tapujos, que no espere a que la ciencia avance para conocer la vida empíricamente, que se lance a las verdades actuales ya sean verdades científicas o verdades metafísicas, porque en el fondo la única verdad es la que creemos y la que creamos.
Iturrioz dice que hay ideas que aún no se han demostrado pero que aún así son útiles, a Hurtado no le gusta para nada este término, diciendo que puede llevar a entronizar todos los prejuicios. Lo mismo dice Iturrioz de la ciencia, que puede llevar al ‘’fanatismo’’.
Resumiendo. Iturrioz cree en la ciencia, pero cree en una ciencia medida, coexistente con la vida y por lo tanto con la ignorancia que esta conlleva. No cree que la razón deba ser el elemento clave de la felicidad, ya que si así fuese la vida sería gris y languidecería hasta una muerte inevitable. En cambio, Andrés cree firmemente todo lo contrario, cree que para que la vida sea realmente plácida se debería seccionar ese árbol fruto del cual es la ignorancia, el de la vida, razonado y exacto del árbol de la ciencia.
Y en el fondo, yo con esto, me pregunto: ¿qué es la ciencia para que nos tenga que guiar a todos nosotros? La ciencia es relativa a su época. En esta época se creía en la supremacía del hombre sobre la naturaleza, se creía que la ciencia había avanzado tanto que los humanos ya habían “domado” a la bestia de la naturaleza, y con ella a la vida en sí.
La ciencia es según la realidad, y con ello es según la verdad vigente. Y “la verdad no es nada más que una brújula loca que no funciona en este caos de cosas desconocidas.” (4ª Parte, Capítulo III).
Nota: no puedo subir imágenes, por tanto dejo el link: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9recnkjLGv1WGrbqzz70DwxNsWiqHf9EtTGOB61WdHlOff3pirJL4IV_By5m0DqNdX1WftBieaQNC7rJg4YTdIifteAoNIvo0bXF89YetI7iOhTVrFq2boJ1QTCf3xAYfDgPq2evb7jk/s1600/jardin_eden.jpg
1 comentario:
Alejandra, buen comentario. Bien estructurado y profundo.
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