Los de 2º de bachillerato 2013

lunes, 3 de diciembre de 2012

París desde mi ventana.

Quizás no es lo más corriente. Quizás no es lo que todo el mundo ve, pero sí lo que yo percibo.
Cerca de la silla de flores, subido en la repisa de la ventana, veo a mi gato suspirando por el mal tiempo, con su triste cara de bebé cansado. A su lado está mi hermano Javier, son su doble cara casi de espantapájaros, que hace que raramente alguien tenga agallas a acercarse a él. Detrás el arco iris siento (más que veo) otro tipo de luces y colores que son las que me alumbran las ideas más allá de su cristal. El cielo no es del todo claro, pero tampoco intensamente oscuro. Él jamás me deja ver con claridad lo que hay más allá de él, ya sea de día o de noche. A lo lejos dos hombres volando veo, que, como yo, prefieren levitar en el sueño de su "París ideal" que estar de pies en el suelo viéndose las caras con la realidad de la ciudad y la inmensa nube tormentosa de la Torre Eiffel, al contrario que el chico al que últimamente le apetece darse vueltas en paracaídas por la ciudad y hundirse de pleno en ella. Los que estamos acostumbrados a la Torre, en vez de alegrarnos, llega casi al punto de deprimirnos con su color insípido y sus frías formas. A lo lejos, con esa luz tan clara y esos colores que inspiran más paz que cualquier otra estampa al alcance de mi vista, todo parece más normal, como si allí hubiera otra vida, como si desde allí todo se viera des de otro punto de vista y la felicidad se pudiera palpar con solo salir por la puerta de casa. Más bien, parece que hasta los propios edificios intenten desesperadamente deshacerse de mi visión, quizás fantástica, de la vida que me rodea.

1 comentario:

Unknown dijo...

¡Carlota, has escrito una buena redacción!

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