Los de 2º de bachillerato 2013

jueves, 23 de septiembre de 2010

Una experiencia inolvidable...


Yo tenía 9 años cuando mi padre, se tuvo que marchar a España. Antes de marcharse nos prometió que más adelante nos encontraríamos de nuevo allá. Pasó un año y medio largo, hasta que un día recibimos una llamada donde nos informaban que nos habían concedido el permiso para poder estar en España. Eso significaba que viajaríamos desde Colombia a España. Luego de esa esperada llamada siguió aún más la espera pero esta vez, fue más corta, tres meses, y por fin llegó el día en que teníamos que coger rumbo hacia España.
Ese día tenia muchas emociones juntas: tenía pánico; ya que nunca había viajado en avión y tampoco había realizado un viaje tan largo, también porque era como empezar de cero, en un país diferente, costumbres diferentes, colegio diferente.
Mientras me despedía de mis vecinos por ultima vez sentía cómo mi barriga hacia cosquillas, cómo en mi mente pasaban miles de cosas y sensaciones a la vez, las inmensas ganas de ver nuevamente a mi papa, y cómo el pensamiento de dejar mi país, mis amigos, mi familia... hicieron que mis ojos se inundaran de lágrimas. De camino al aeropuerto Alfonso bonilla Aragon de Cali; por esa carretera que durante toda mi vida había recorrido más de dos mil veces, me caían más lágrimas, y cada vez la ansiedad, la alegría, la tristeza, la ilusión, el miedo... aumentaban más.
Al llegar al aeropuerto, tuvimos que esperar tres horas para poder subir en el avión, para llegar a la capital Bogotá ya mis nervios eran terribles, mis preguntas hacia mi mama eran: ¿ segura que esto no se cae? ¿no nos estrellaremos?... Era la primera vez que montaba en avión y siempre le había tenido pánico. Cuando llegamos a la capital, el aeropuerto El Dorado era inmenso. Allí estuvimos otras dos horas esperando, hasta que subimos a un avión aun más grande que el otro. Y menos mal porque para recorrer casi 18.000km de distancia, 14h de viaje, y cruzar todo océano Atlántico pensé eso cuando lo vi. Ya dentro del avión, lo primero que hice fue ponerme el cinturón, y rezar. Durante el viaje me hacía gracia que mi hermano estaba superrelajado y yo no paraba de temblar, mi hermano dormía y yo no podía, y cuando estaba a punto de lograrlo, sentí cómo por un segundo el avión cae y se levanta; se había apagado un fusible, o algo así sentí que decía una de las azafatas. Luego del susto tan grande, me entró la risa floja de ese momento, cuando vi en menos de un segundo largo el pánico de la gente, los gritos, y esas caras de miedo. Así pasaron las horas, entre miedo, entre vistas a la ventana donde veía un espacio negro, y la luna llena a pleno esplendor era precioso lo que veía.
Al amanecer tuvimos la suerte de que estaba el cielo despejado y podíamos ver el mar en su magnitud, barcos pesqueros... desayunamos y a las dos horas llegamos al aeropuerto de Alicante, hicimos la escala y luego despegamos rumbo hacia Barcelona donde me esperaba mi padre. Cuando llegamos al aeropuerto el Prat era inmenso... y las ganas de ver a mi padre eran aún más grandes. Ya lejos quedaba mi país, pero cuando vi a mi padre me llené de felicidad. Es una experiencia que nunca olvidaré...

1 comentario:

Unknown dijo...

Diana,es un artículo muy emotivo que supongo que tiene algo de verdad, ¿no es así? Bien relatado. Lástima que no pusieras una foto impactante.

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