Hipertexto

Este verano por primera estuve de crucero, y es algo espectacular. Al principio me imaginaba un barco grande parecido al de la película del Titanic, con sus habitaciones, sus salas, los restaurantes… Pero es algo mucho mejor, cuando lo vi me pareció estar en algún sueño, no me lo imaginaba tan grande y con tanto color. Había muchísima gente, la mayoría vivían en Italia. Los camareros parecían sacados de una película, trajeados a la perfección y con bandejas enormes. Justo en la entrada, tres ascensores centrales de cristal subían y bajaban con tranquilidad y las familias con sus carritos entraban en ellos para llegar a su habitación y un teatro espectacular. Necesité dos noches para recorrerme todo el barco y poder aprender cómo llegar sin complicaciones a donde quisiera ir, porque podía perderme con facilidad. Una tarde, bajé con unos amigos que conocí allí a las piscinas centrales, y puedo asegurar que eran enormes. Justo al lado las acompañaban dos bañeras de hidromasaje o jacuzzis muy calientes. Delante de las piscinas, colgado en la pared, había una pantalla enorme, cómo la del cine, donde ponían videos musicales y la música retumbaba por todos sitios. Esa semana fue una de las mejores de mi vida, pude permitirme una lujuriosa estancia en aquel precioso crucero mientras tanto podía visitar las preciosas ciudades de los países que rodean el Mar mediterráneo.