La pintura de Marc
Chagall se nos presenta como una obra moderna. De un modo genérico, vemos la
ciudad de París –véase la torre Eiffel- con una serie de modificaciones, el
caos existencial. Los edificios son hormigas. Hay una persona con doble cara,
reflejando esa dualidad de las personas. También vemos una silla cubierta y
recargada a más no poder de flores. Por supuesto, debemos reparar en el tren
que viaja al revés, o un corazón gigante que tapa y solapa la mano del sujeto bifacial.
Y, entre el claroscuro duramente definido, se nos aparecen un gato muy
personificado, dos personas en contraposición de un modo muy exagerado y una
Torre Eiffel pura, nívea y a la vez estática y sin vida. En definitiva, es una
obra muy completa, ya que junta el claroscuro barroco, con el existencialismo de
su época, algunas vanguardias a la orden del día y en su total conjunción hacen
una obra compleja e intensísima a la vez.
1 comentario:
¡Bien aprovechados tus conocimientos!
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