Nuestra Tierra es
nuestra, y es la única que tenemos. Es la pecera, y nosotros sus peces. Por
mucho que busquemos otros lugares donde vivir, estoy seguro de que en ninguno
nos encontraremos jamás tan a gusto como estamos en nuestro propio planeta. Tenemos
los recursos necesarios para satisfacer nuestras necesidades y nuestros
caprichos, para conseguir la felicidad, para dejar atrás la tristeza, para
construir nuestras familias y cumplir nuestros sueños, pues conservémoslos.
Antes que nada, decir debo que tengo la confianza
depositada en la sociedad en que vivimos, aunque no está siguiendo el mejor
camino. A menudo olvidamos que formamos parte de una sociedad, y que debemos
velar por dejar el mejor mundo posible a nuestras siguientes generaciones.
Es este mi sentimiento de afiliación con la tierra el
que me lleva a buscar la mejor vida posible para ella. Para conseguir mi
beneficio propio, he de hacer lo máximo para llegar a él. Se lo que puedo hacer
por mi planeta, para así poder seguir paseando por sus maravillosos lugares. Mi
participación, y la de los demás, por mínima que sea, es suficiente para pegar
a los demás estos actos de bondad. En definitiva, que no solo lo malo se pega, aprovechémoslo.
De hecho, vivo una lucha constante por hacer que la
gente se mueva de forma ecológica, que abandone los malos hábitos que propician
la contaminación... Y con convencer a uno más, podré sentirme satisfecho.
1 comentario:
Fernando, tus reflexiones son corrects, pero ¿por qué has planteado el texto de forma tan general?
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