Ciertamente creo que el nexo que más me une con Rusia sea mi
familia y sus costumbres, sobre todo, aunque sea bastante gracioso, la comida.
En casa de mi abuela, al contrario que en la de mi madre, la
comida estaba siempre hecha por ella, incluso el pan o la confitura las hacía
ambas ella misma. Por ello, siempre que mi abuela me decía lo que habría para
comer aquel día mi cabeza ya automáticamente me reproducía ese sabor que en
aquel momento solo lo asociaba con el piso de mi abuela. Ahora en cambio cada
vez que mi abuela visita nuestra casa durante del verano, su comida me hace
recordar, ya no tan solo el vivir en aquel piso en los alrededores de Izhevsk,
sino todo el pueblo entero. Aquel pueblo en el que me crié, adonde fui al colegio por primera vez,
en el que iba al mercado, al circo, al lago, a los tranvías amarillo-rojos, al
centro comercial, a aquel edificio delante del cual pasaba siempre en mi camino
hacia la parada del tranvía y, en general, a todas las cosas que viví en
aquella pequeña capital de provincia. Pero no solo a eso sino que, poco a poco,
a medida que me distancio más de Rusia, el concepto que asocio a la comida
tradicional (que ahora ya no lo prepara mi abuela sino mi madre) se disipa, y
pasa a representar a Rusia en general, y todo lo que viví en ella, y no solo la
ciudad donde nací. Lógicamente aunque el
principal causante de estas memorias sea la comida, la familia también acompaña
mucho y afecta a las memorias que reflotan en mi interior. Cuando mi madre
decide preparar algún plato que hace tiempo que no hacía siempre hace que
piense en aquella época en la que solía comer ese plato continuamente.
Yo diría que cualquiera de vosotros debe de tener un plato
que le haga pensar en sus orígenes, sobre todo si os encontráis lejos de
vuestra tierra y cuanto más lejos y más tiempo llevéis fuera más fuerte es el
efecto. Estoy seguro que ese recordar de
los tiempos a través de la gastronomía es algo singular e increíble que embellece
a las personas.
1 comentario:
Timur, tu texto es fantástico. Lástima que no hayas ejercido de arquitecto de sueños.
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