Uno suele
sentirse arraigado a su tierra por sus costumbres, por sus tradiciones, por sus
fiestas… Esos vínculos permiten por un lado que la sociedad se sienta ligada a
su tierra, y por otro lado, que quiera participar en mejorarla o hacer perdurar
estas tradiciones originales y puras durante generaciones. Desde mi propio parecer,
aquello con lo que me siento asociado a mi tierra es el arte.
Una
tierra sin arte jamás podrá encontrar personas afines a ella. ¿No admiramos de
una forma distinta aquellas obras realizadas por el amor a una tierra? Difícil
es, pues, encontrar un autor que no haya realizado una obra pensando en su
tierra. Los artistas plasman sus sentimientos a través de sus obras: el
escritor cuyos personajes y paisajes son fieles reflejos de su pueblo; el
pintor que mediantes sus tonalidades y múltiples bellos colores retrata escenas
de su vida cuotidiana; el músico que con sus alegres y tristes notas intenta reproducir
una tarde de verano; o el cineasta que tras sus interminables rollos en los que
dirige a sus actores marioneta representa su país. El pintar, dirigir, escribir
y componer de los autores siempre está marcado por la vida de estos, y por otro
lado, la vida de estos está marcada por la tierra o lugar en el que han vivido.
Mi
sueño para hacer de mi tierra algo mejor, es participar con mis obras para
engrandecer mi tierra. Obras con las que mis paisanos se sientan identificados
y los otros receptores admiren mi trabajo. No solo las costumbres, las
tradiciones, la gente, los paisajes forman parte de una tierra, también hay que
valorar las obras artísticas en la que estos valores quedan representados.
1 comentario:
Carlos, me gusta tu reflexión y el papel que das al arte. ¡Buen arquitecto de sueños!
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