
El sueño de Jacob, se trata de una pintura al óleo realizada por José de Ribera, el cual fue formado en Italia, y en la mayoría de sus obras plasma su notable sensibilidad religiosa, posiblemente existente gracias a sus orígenes españoles. Esta pintura está datada en el año 1639, y no se trata de una pintura corriente del Barroco español.
Pretendemos comparar a este pintor con Francisco de Quevedo, autor perteneciente a la lírica de los siglos de oro, la principal característica común de estos dos maestros ( cada uno en su apartado ) es la fe católica.
En esta pintura, Ribera plasma la figura de un humilde y corriente pastor, que al parecerse encuentra tumbado en el suelo, durmiendo. Pero si investigamos el tema, nos daremos cuenta de que este se trata de un conocido episodio bíblico con el mismo nombre. Este relato bíblico explica la historia de que durante el sueño de este pastor, en el cual se le aparece una escalera, transitada por ángeles. En la ‘cima’ de dicha escalera se encuentra Dios, el cual habla a Jacob y le ofrece la tierra de Israel. Podemos observar cómo en el cuadro, el haz de luz concuerda geométricamente con el cuerpo del pastor, y por el contrario, se cruza por el árbol.
En relación encontramos las obras en forma de poemas de Quevedo, que se pueden agrupar en poemas metafísicos, morales, amorosos, satíricos, de circunstancias, y por último, tenemos los religiosos. Estos últimos se centran en la fe católica, el desprecio por la vida terrenal, y la creencia en la vida eterna después de la muerte. Estos poemas, son, por lo general sonetos, aunque algunos, como ‘Heráclito cristiano’, esta organizado en estrofas libres de versos endecasílabos y heptasílabos. Veamos este último:
Un nuevo corazón, un hombre nuevo
ha menester, Señor, la ánima mía;
desnúdame de mí, que ser podría
que a tu piedad pagase lo que debo.
Dudosos pies por ciega noche llevo,
que ya he llegado a aborrecer el día,
y temo que hallaré la muerte fría
envuelta en (bien que dulce) mortal cebo.
Tu hacienda soy; tu imagen, Padre, he sido,
y, si no es tu interés en mí, no creo
que otra cosa defiende mi partido.
Haz lo que pide verme cual me veo,
no lo que pido yo: pues, de perdido,
recato mi salud de mi deseo.
Como podemos ver en el poema, todo tiene un sentido religioso; al parecer el autor se pone en boca de alguien que acaba o está a punto de morir, y le habla a un ser superior, que podríamos llamarle ‘Dios’
En definitiva, podemos decir que estos personajes tienen rasgos parecidos, debido sobre todo a la época en que se encuentran, el Barroco, en el que la idea más destacada es la vuelta a la religiosidad, y que estos rasgos comunes se expresan mediante sus obras.
1 comentario:
Buen artículo, Adrià. Has establecido una buena relación.
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